¿TE DESMORONASTE?

¿Te desmoronaste? Pues levántate y sigue, porque por allí es.

La posición en la que se encontró Juan Marcos es una de las posiciones en las que todos alguna vez en la vida nos hemos encontrado. Él, siendo uno de los seguidores de Jesús, tempranamente se halló en una encrucijada de vida o muerte. El texto bíblico nos dice que cuando aprendieron a Jesús “…todos lo abandonaron y huyeron. Pero un joven, que sólo se cubría con una sábana, iba siguiendo a Jesús. Lo agarraron, y él, soltando la sábana, se escapó desnudo”. (Marcos 14:50-52). Años después, este mismo joven viviría una especie de “Déjà vu”, pero, en esta ocasión, en la ciudad de Panfilia. Lo experimentó al desertar del viaje que realizaba junto con Bernabé y Pablo. Literalmente él fue el causante de que el “dúo dinámico de las misiones” tenga un fuerte desacuerdo y posterior división. (Hechos 15:37-39). Bernabé decide tomarlo como discipulo y lo lleva a Jerusalen. Alli se quedaria junto a Pedro.

No puedo ni imaginarme lo que Juan Marcos sentiría cada vez que escuchaba hablar a los apóstoles sobre el Kerigma al igual que las historias de Jesús y su arresto; mucho menos cuando prestaba atención a los informes de los viajes, arrestos, disturbios y persecución que el apostol Pablo causaba a su paso durante su visita a las iglesias de Asia.

Lo que es cierto de cada uno de nosotros lo fue también para Juan Marcos. Palabras como negación, huida, escape, deserción se han vuelto muy cotidianas en nuestro diario caminaren el evangelio. Podemos degustar el sabor amargo de una negación, o tal vez la vivencia de escapar para sobrevivir al diario con la vergüenza de una traición caminando hacia un destino incierto. Y en casos más extremos, decidimos renunciar con la frase “no sigo más este duro camino.”

Pero lo bueno de perseverar en el evangelio es que siempre vienen más oportunidades y Juan Marcos las supo aprovechar.

La iglesia exparsida por el mundo conocido perdió a su líder que fue llevado como prisionero a Roma para ser ejecutado, al gran apóstol Pedro. Con este suceso la iglesia ya no tiene una fuente de primera mano, a alguien que describa las historias y las palabras de Jesús experimentadas en carne propia. Es allí cuando la iglesia solicita a Juan Marcos que escribiera todo lo que podia recordar de los sermones y palabras que el apóstol Pedro mencionó en las reuniones en el templo y en las sinagogas acerca de la historia y vida de Jesús. Y así lo hizo.

Juan Marcos jamás se imaginó que su obra literaria escrita entre el 65 y 75 (D.C) sería una pieza clave para conocer el autentico perfil historico de Jesús. Y no solo eso, en su obra consiguió transmutar al Mesías de la tradicion judia en un Mesías que entrega su vida en funcion redentora por la humanidad. Esta obra fue el primer evangelio en ser escrito y sirvió como fuente bibliografica y modelo de los subsecuentes evangelios de Mateo y Lucas.

Si algo nos enseña la vida de Juan Marcos es que nuestras vidas valen sin impotar las veces que hayamos caido. Que lo que al final cuenta es lo que Dios puede hacer de nosotros y saber que Dios esta a nuestro lado en las victorias y fracasos y que todo lo que experiemtamos en la vida no es más que un ejercicio de carácter para el proposito de Dios en nosotros. Pues al final “el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día en que Jesucristo regrese. De esto estoy seguro”.
Filipenses 1:6

Mario Herrera
17/Ago/2020

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